Escuela de padres: Actuando ante la envidia
“La Envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objeto” (Jean de la Bruyere).
Podemos considerar la envidia como uno de los males de nuestra sociedad. De hecho, es la gran causante de serios problemas, entre los cuales podemos destacar de manera significativa la ruptura de grandes amistades.
Cuando se habla de envidia, a menudo nos asaltan varias dudas, entre ellas ¿por qué surge?, ¿puede evitarse?, ¿es algo innato? o por el contrario ¿es un producto cultural, fruto de nuestra relación e interacción en sociedad?.
La verdad es que todas estas cuestiones tienen respuestas elaboradas y ninguna de ellas queda excluída, pero todas coinciden en algo: la envidia nos hace tremendamente infelices.
No hace demasiado tiempo, un profesor de universidad en una de sus clases, preguntó a sus alumn@s: ¿sois envidios@s?. Ante esta pregunta se hizo el silencio y entonces él, decidió preguntar aleatoriamente a vari@s de ell@s. Una chica, a la que había dirigido su pregunta respondió con un rotundo “no” y toda la clase rompió a reir a carcajadas.
El profesor pidió entonces una explicación razonada a la chica de por qué no se consideraba envidiosa; entonces ella respondió:
“creo que la envidia es un producto cultural, la sociedad nos hace desear unas cosas u otras, nos establece unos límites, unos cánones de lo que es deseable y necesario alcanzar para ser feliz o estar perfectamente integrado.El no alcanzarlos o poseerlos, nos hace tremendamente infelices y nos lleva a querer parecernos a aquell@s que sí los han conseguido, de ahí,creo,viene la envidia. Y personalmente, estoy feliz y satisfecha con mi propia vida, con mi situación y con lo que tengo; valorar es lo que siempre me han enseñado”.
Todo el mundo quedó en silencio y la explicación de la chica pareció bastante convincente.
En esta ocasión la vamos a tomar como referencia, haciendo hincapié en el último aspecto de su explicación “valorar es lo que siempre me han enseñado”.
La envidia, como cualquier otro aprendizaje social, surge muy temprano y se basa en la percepción de alguna carencia personal que otr@ tiene cubierta. Esta percepción puede resultar seriamente perjudicial, ya que la respuesta que de ella se derivará estará basada en el resentimiento y rencor hacia la persona envidiada.
Realmente, esa carencia percibida por la persona, le impide o dificulta analizar con objetividad su realidad, centrando su atención únicamente en lo que le falta e ignorando todo lo demás que posee.
A menudo, las personas envidiosas quieren conseguir algo que no tienen y ese algo puede ser desde material, físico… o incluso algún rasgo de la personalidad.
La envidia es seriamente destructiva tanto para la persona que la sufre, como para aquel/lla en quien recae. De hecho un mecanismo de defensa que la persona envidiosa suele emplear es el menosprecio, la infravaloración, el insulto o la crítica de aquel/lla a quien envidia por unas u otras razones.
La persona envidiosa conoce perfectamente qué le pasa; algunas incluso lo reconocen, otras en cambio, prefieren negarlo y buscan excursarse en diversos motivos, ya que les avergüenza experimentar estas sensaciones. Sin embargo, sentir envidia puede considerarse un fenómeno, hasta cierto punto, natural, el problema surge cuando ésta nos impide ser felices y disfrutar de nuestra propia vida.
Combatirla es una tarea tan difícil como necesaria, por esa razón la educación infantil (tanto en el hogar como en el colegio), debe fijar entre sus objetivos, enseñar a los niños y niñas a valorar todo aquello que poseen, haciéndoles entender desde bien temprano, que cada persona es única y como tal deberá respetarse. Asimismo, se deberán evitar todo tipo de comparaciones con otros niños y niñas del grupo de iguales, pues a veces, de manera casi inconsciente, tienden a establecerse, ocasionando éstas la aparición de la envidia.
Las únicas comparaciones que deben tener lugar son aquellas derivadas del progreso de la propia persona, es decir, comparar sus progresos centrándose en sus propias metas, de manera que no tengan que fijarse en los demás, para conseguir unas cosas u otras, sino que sean ellos mismos, y no otros, sus propios referentes. En este sentido, como siempre, el refuerzo resulta fundamental para conseguir motivar al niño/a en la consecución de sus propósitos.
En la aparición de la envidia, los padres tienen también una función imprescindible, pues son las figuras de referencia de los/as hijos/as y éstos aprenden de sus conductas. Si en casa observan conductas y comentarios envidiosos hacia otras personas, los aprenderán y de la mano de este aprendizaje vendrá una enorme infelicidad e insatisfacción, derivada de la experimentación de la envidia.
Por esta razón, los padres deben ser muy cuidadosos con sus acciones para poder enseñar a sus hijos e hijas en lugar de a envidiar,a que admiren o aprendan de aquellos/as que consideren, se encuentran en una situación deseada por ell@s. De esta forma podrán avanzar como personas.
ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA TRABAJAR LA ENVIDIA:
- Evitar las comparaciones.
- Educar en la empatía y la valoración de los demás.
- Potenciar su autoestima y reforzar sus logros partiendo de sus propias metas.
- Reforzar los aspectos positivos del niño/a.
- Educar para valorar tanto los éxitos como los fracasos; haciendo especial hincapié en la utilidad de estos últimos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal.
Es imprescindible trabajar la atenuación de la envidia, pues como ya hemos indicado, ésta puede ser seriamente perjudicial y dar lugar a problemas muy graves, uno de ellos, tal vez uno de los más llamativos es el bullying. Muchos casos de bullying, tienen su raíz en la envidia que los agresores experimentan hacia las víctimas y por esa razón, es de vital importancia combatirla.
DIFERENCIA ENTRE ENVIDIA Y CELOS
En ocasiones, especialmente en aquellos casos en los que se produce un nuevo nacimiento en el hogar, es habitual que los padres refieran que el mayor de los hermanos/as siente envidia o celos por el nuevo miembro de la familia. Ambos términos se emplean casi sin distinción y aunque puede resultar leve, lo cierto es que celos y envidia no son exactamente sinónimos.
La envidia, como ya hemos comentando anteriormente, encuentra su origen ante la percepción de una carencia personal ( puede ser de diversa índole), que otra persona tiene cubierta.
Los celos en cambio, encuentran su razón de ser en el miedo ante la posible pérdida o arrebatamiento de algo querido y valorado; por parte de otra persona, que puede poseer mayores cualidades.
En cualquier caso, es inevitable el surgimiento de ambos, y su erradicación total es prácticamente imposible. Sin embargo, es imprescindible y de vital importancia combatir su extrema manifestación, evitando así sufrir las horribles consecuencias de la misma.
Las recomendaciones expuestas para combatir la envidia, pueden ser igualmente útiles en los celos. No obstante, dedicaremos un artículo a los mismos más adelante.
“Enseñemos a l@s niñ@s a crecer sin envidiar para que puedan valorar y empatizar con los demás”
Mariela Clemente Martos. Psicóloga
@marielaclema
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